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CARTAS DE VENTURA A LUCIA

Guantánamo, julio 23 de 1959

Srta. Lucía González

Pinar del Río

 

Lucía:

Te saludo en el nombre del Señor, a quien siempre oro en tu favor; yo gracias a Dios estoy bien y contento en mi nueva obra, que comencé anoche.

Lucía, recibí tu carta el domingo por la noche cuando llegamos aquí, creí que sería respuesta a la que te mandé desde Colón, pero me han dicho que las cartas desde aquí se demoran como una semana y además que ustedes no fueron inmediatamente para Pinar.

Durante todo el tiempo que pasamos en el viaje, que fueron varios días, estaba deseoso de llegar para saber de ti y de mi familia. Ellos no me han escrito todavía, y la tuya fue tan breve que me he quedado con deseos de recibir carta tuya. Eso quiere decir que no tardes en escribir (yo sé que no es necesario que te lo advierta) porque las cartas suplen, si es posible, la presencia tuya.

Aunque tú no lo creas, yo te he visto dos veces después que tú me viste la última vez en Matanzas. La forma en que te vi fue soñando. Primero en Colón, soñé que estábamos casándonos. Veía a mi familia haciendo los preparativos y los adornos y flores costosas hasta que más tarde estabas a mi lado junto con los padrinos, y ya estaban leyendo la Escritura en el manual, pero cuando ibas a contestar a las preguntas de costumbre, por el que oficiaba, se interrumpió la ceremonia y se disgregaron los asistentes. El motivo de la interrupción no sé cual fue, pero en el segundo acto estábamos de nuevo en vísperas de boda, pero desperté antes de tiempo.

Por segunda vez, aquí en Guantánamo, soñé que llegué a un lugar donde habíamos muchos misioneros juntos y yo llegué un poco tarde, pero tú me había separado un plato de comida. Luego, en un receso, en el patio, tú querías hablar conmigo, pero no pudimos porque estaba prohibido. No sé si estos sueños tendrán algún significado o si serán una tontería más de las que uno sueña a veces.

Me he quedado admirado por lo popular que es Lucía González en todos los rincones de Cuba. Dondequiera que llegamos nos preguntan si Lucía también vino, o que dónde está. Me parece que Lucía va a tener que enseñar a Ventura a ganarse la simpatía de las personas con quien trata.

Lucía, una de las cosas que más me ha agradado de este viaje es el buen testimonio que la mayoría de los hermanos me dan de ti. Ellos han notado que últimamente tú estás más seria, más consagrada y espiritual. Aun algunos que al principio no veían con agrado nuestro noviazgo, porque estimaban que nuestros caracteres son distintos, hoy han cambiado de opinión y piensan que podemos ser felices. Yo espero que con la ayuda de Dios así sea, pues por mi parte haré todo lo posible porque seas feliz a mi lado, y sé que tú te esforzarás también porque yo lo sea al tuyo.

No sé si te agradará que te llame Lucía a secas, pero es que yo soy seco por naturaleza, y además creo innecesario todos los demás adjetivos, porque para mí el nombre de Lucía lo contiene todo. ¿Comprendes?

Perdona que te estriba con lápiz, pero en este momento no dispongo de la pluma, y ya tuve que terminar de escribir en las piernas.

Laudoína quiere escribirte, pero ahora ella no está aquí, así que será en la próxima. Dale recuerdos a todos los hermanos. Puedes escribirme a: Calle Segunda No. 256. Reparto Vista Hermosa, Santiago de Cuba, pues vamos para allá el domingo y estaremos allá una semana.

Hasta la próxima, Lucía. Tu novio,

Ventura